viernes, 28 de octubre de 2011

Xavier Samuel & Jamie Campbell- ‘Anonymous’ trata y no puede

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¿Fue William Shakespeare el autor real de las obras que lo convirtieron en el dramaturgo más importante de la historia de la humanidad?

¿Es posible que una persona, con solo estudios primarios, fuera capaz de crear los diálogos, emociones y pasiones que destilaron los personajes de obras cumbres como Hamlet, Enrique V, Mucho ruido y pocas nueces o Ricardo III?
¿Pudo ser que un aristócrata fuera en realidad el firmante de tales obras, pero que debido a su situación personal —tanto con su familia como con la reina Isabel I— se viera obligado a ceder la autoría a un borrachín analfabeto llamado… William Shakespeare, quien se llevó a la tumba su secreto?


¿Y es el director alemán Roland Emmerich, firmante de superproducciones como Independence Day, Stargate, The Day After Tomorrow, Godzilla o 2012, capaz de contar un drama histórico centrándose más en los actores y el argumento que no en los efectos visuales y el gran espectáculo?
Las respuestas a las tres primeras preguntas, están en el aire. Según la mayoría de historiadores, Shakespeare sí fue el autor de Romeo y Julieta o Macbeth.
Pero los hay que lo dudan: el escritor Mark Twain, el filósofo Sigmund Freud, los actores John Gielgud o Derek Jacobi…
Precisamente es este último quien aparece primero en Anonymous, narrando desde el escenario de un teatro de Broadway lo que nos conduce de inmediato a la Inglaterra del siglo XVI.
Allí, el conde de Oxford (Rhys Ifans) mantiene varios secretos: el hijo bastardo que tuvo con la reina Isabel (Vanessa Redgrave), el conde de Southampton (Xavier Samuel), y, especialmente, su relación con el respetado y ético escritor Ben Jonson (Sebastian Armesto) y con el mediocre y beodo actor William Shakespeare (Rafe Spall), a quien confía sus obras teatrales con el fin de que sean estrenadas en el legendario Globe Theatre de Londres, donde se convierte en éxitos instantáneos y hacen de este un héroe popular.
En medio de todo ello, conspiraciones monárquicas, relaciones fracasadas, aspiraciones silenciadas y traiciones melodramáticas… que extienden el metraje mucho más allá de lo necesario.
Porque Anonymous trata pero no puede: trata de ser una historia desgarradora acerca de un hombre, el conde de Oxford, obligado por las circunstancias a permanecer en la oscuridad (esta es la parte del filme que sí funciona, y muy bien); pero no puede evitar el histrionismo visual de un cineasta que, a pesar de la energía que impregna a la acción y de un entusiasmo escénico brillante, se envuelve en más subargumentos de los necesarios, complicando el guión innecesariamente.
Eso sí, los actores, sin excepción alguna, están sensacionales (atención a las miradas de tristeza de Rhys Ifans al ver el éxito de su labor cedida a manos de Shakespeare, o a la majestuosa presencia de Vanessa Redgrave), y la música, el diseño de producción y el de vestuario son exquisitos.
Por ello, Anonymous, clasificada PG-13, deja la puerta abierta para que Roland Emmerich confirme en un futuro cercano que, más allá de Universal Soldier o 10,000 B.C., en él hay un cineasta con mucho más que decir en dramas que no en superproducciones de Hollywood.
impre
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